martes, 27 de noviembre de 2012

El General siempre vuelve


Corría el año 1972 y nuestro país continuaba siendo víctima de gobiernos  dictatoriales con un sesgo de necedad política casi demencial. El presidente de facto, en ese entonces, era Alejandro A. Lanusse. La histórica resistencia peronista llevaba arduos años de trabajo constante manteniendo vivo el sueño de poder ver al General  Juan Domingo Perón nuevamente es nuestra patria. Perón llevaba 17 años de forzado exilio. Lanusse pretendía jactarse de no impedir que Perón retorne al país, entonces un día dijo: “No voy a admitir que corran más a ningún argentino diciendo que Perón no viene porque no puede. Permitiré que digan: porque no quiere; pero en mi fuero intimo diré: porque no le da el cuero para venir”.

El 15 de agosto, desde Madrid, el delegado personal de Perón, el doctor Héctor J Cámpora, anunció que el general volvería a la Argentina antes de fin de año. 

Un 7 de noviembre, en una solicitada, Perón manifestaba: “A pesar de mis años, un mandato interior de mi conciencia me impulsa a tomar la decisión de volver, con la mejor voluntad, sin rencores que en mi no han sido habituales y con la firme decisión de servir, si ello es posible”.  

Un 17 de noviembre de 1972 a las 11:20 horas, el DC 8 de Alitalia aterrizó en suelo patrio. A PERÓN LE “HABÍA DADO EL CUERO” y no sólo eso, le sobraba inteligencia y capacidad de supremo líder de los Argentinos para colocarse una vez más al frente de la Nación Argentina…. Es que el General nunca se quitó las botas de mando, ni aun cuando mullidas pantuflas de comodidad podrían tentarlo a mirar la historia de los tiempos que corrían desde una distancia filosófica y reflexiva.

Los ciento de miles de compañeros que ofrecieron su dedicación trabajando, MILITANDO, formando parte de la gloriosa Resistencia Peronista, habían triunfado. No los detuvo el asesino clamor de los fusiles, las persecuciones y torturas, las difamaciones y escarnios, todo lo soportaron y trascendieron; el objetivo era muy elevado, el líder tenía que reencontrarse con su pueblo. 

Entonces, el General Perón volvió de un “lugar” del que nunca se había ido. Es que el pueblo no olvida, y aquellos años de Perón presidente habían despertado un sentido de Nación profunda y poderosa casi dormida por tantos años.   

Ahora, se nos ocurre soñar con otro retorno de PERÓN, un retorno doctrinario y sutilmente afectivo. Un retorno a nuestra insuperable doctrina. Un retorno al diálogo nacional. Un volver a la cálida persuasión, dejando de lado las imposiciones conceptuales de los intemperantes. Pueblo es un concepto amplio e integrador. El peronismo siempre pugnó por la integración de clases. Aquello de que el hijo del laburante podía estudiar, ser médico, abogado, arquitecto o lo que quisiera, ya que una sociedad pugnaba por progresar sin rencores entre hermanos. Definitivamente, PERÓN debe retornar en ese espíritu de servicio social y político que lo llevó a volver a nuestra patria para morir con las botas puestas porque le SOBRABA CUERO DE LIDER. Aquel abandonaría su cuerpo siendo presidente por tercera vez de todos los argentinos. Él moría como hombre para inmortalizarse como estadista y prócer de nuestra Nación.

Gracias a aquellos militantes Justicialistas por imponer aquel: “Luche y VUELVE” pintado a negro carbón en las paredes rugosas de los tiempos difíciles. Gracias, viejos compañeros, por ese insondable legado. Por recordarnos que: EL GENERAL SIEMPRE VUELVE...

Máximo Luppino   

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