jueves, 7 de junio de 2012

EL ÚLTIMO DISCURSO



El 12 de junio de 1974 elgeneral Perón, presidente de la Nación Argentina, habla con su pueblo en lamítica Plaza de Mayo. La comunión entre el Líder incomparable y su gente fueexcelsa, perfecta desde las insondables coordenadas espirituales. Una vez más,la varita mágica de la genuina poesía política tocaría el alma del carismáticoJefe. El primer trabajador abrazaba a la república toda en la calidez de sugran comprensión. Los más humildes, los necesitados, los “descartados” por la banalsociedad  acartonada y superflua sesintieron queridos y respetados por el primer mandatario. Era revivir eseromance histórico que jamás pudieron opacar ni los más sangrientoscañonazos  de los golpistas de siempre. Los17 años de exilio de Juan Domingo Perón no hicieron otra cosa que fortaleceraún más la indisoluble relación del conductor con el pueblo. 

El justicialismo volvíaa tomar una gran bocanada de oxígeno cósmico y las banderas de los idealesargentinos flamearon como nunca lo habían hecho… Los corazones parecíandetenerse, los segundos se convertían en torbellinos de pasión incontenibles… Hablaba PERÓN en la Plaza. Nuestra doctrina reflotaba y los próceres de antaño sonreíanalegres desde el infinito cielo. El peronismo está despierto, ese peronismo queno puede comprenderse sólo desde las bibliotecas, menos desde las prosaicasuniversidades. El justicialismo que se siente en la piel y se sostiene sobre labase del sacrificio de tantos militantes. Perón nos decía ese día:

“Yo sé que hay muchos que quieren desviarnos en una o en otradirección; pero nosotros conocemos perfectamente bien nuestros objetivos ymarcharemos directamente a ellos, sin dejarnos influir por los que tiran desdela derecha ni por los que tiran desde la izquierda.

Compañeros, con este agradecimiento quiero hacer llegar atodo el pueblo de la República nuestro deseo de seguir trabajando parareconstruir nuestro país y para liberarlo. Esas consignas, que más que mías sondel pueblo argentino, las defenderemos hasta el último aliento. 

Para finalizar, deseo que Dios derrame sobre ustedes todaslas venturas y la felicidad que merecen. Les agradezco profundamente el que sehayan llegado hasta esta histórica Plaza de Mayo. Yo llevo en mis oídos la másmaravillosa música que, para mí, es la palabra del pueblo argentino.”

Una cascada delágrimas humedeció el rostro del pueblo, era el último discurso. El generalsabía que la eternidad reclamaba su presencia, y cual un padre preocupado dabalas más preciadas recomendaciones a su querida familia. 

Todos debimos  conjugar al justicialismo sin elgeneral cerca de nosotros, pero aprendimos a ver a EVA y a JUAN en el sentimiento de tantos compañeros que mantienen encendida la llama del peronismo.Hoy renovamos nuestros votos de lealtad para con nosotros mismos, para con nuestra raza, nuestra argentinidad, para con la identidad generosa y fraternal que debemos continuar construyendo. La historia continúa y continuará más allá de nuestras personas, pero el AMOR por las causas nobles jamás muere, jamáspasa de moda.

En el silencio de las convicciones más íntimas guardamos nuestros recuerdos queridos, en eselugar sagrado descansan la imagen de Perón y Eva Perón…

Máximo Luppino  

No hay comentarios:

Publicar un comentario