viernes, 22 de junio de 2012

NUESTRA BANDERA


Desde niños caminábamos rumbo al colegio por las calles jóvenes de un Trujui lleno de sueños y promesas. Barrio de trabajadores honestos. En su mayoría, hombres del norte denuestro país con el color de la patria en su piel y su música en la mirada. Tambiénespañoles e italianos coloreaban con su impronta de olivos y mediterráneo  el vecindario nuestro. Ingresando a la escuela, sobre el mástil solemne, en lo altoflameaba un paño de tela azul y blanco con un sol amarillo como los trigales ensu centro. Veíamos la emoción que despertaba en nuestros mayores, padres,vecinos, maestros, todos le rendían profundo respeto. 

 Nos contaban que la bandera era nuestra representante en el mundo, nuestra identidad forjada enluminosa tela augusta. La saludábamos antes de entrar al aula y al volver a casa nos despedíamos de ella. Así, poco a poco, comprendimos su importancia, su impronta de libertad y heroísmo, su significado de emancipación e independencia.  

Luego, aprendimos cómonuestros ejércitos, bajo su manto de generosidad, cruzaban la cordillera para libertar a Chile. Más tarde, nuestra bandera visitaría Perú para tambiéncombatir contra el colonialismo opresor. Ya hombres, la vimos flamearnuevamente en nuestras Islas Malvinas, fue en ese momento cuando la vimos máshermosa que nunca, más feliz que siempre, más nuestra que nuestra mismasangre.  Con los dientes apretados ylágrimas de impotente dolor, supimos que nuestros hermanos morían por ella enlos mares, en el aire y en el frio suelo de nuestras islas… Todo por ladignidad de nuestra Nación…

En la tremendaprofundidad de los simbolismos no revelados totalmente a nuestra comprensión,le sonreímos con honda familiaridad a esta nuestra bandera, a la cual lejuramos lealtad y obediencia. Los padres de la patria, los héroes, nuestrosprohombres, por ella vivieron y por ella murieron, pensando en una nación libre con un pueblo feliz.

El tres vecespresidente de los argentinos, el General Juan Domingo Perón, decía: 

“Queremos que las futuras generaciones argentinassepan sonreír desde la infancia… Bajo los gloriosos pliegues de nuestrabandera, no puede ni debe haber niños argentinos que no puedan ir a la escuela,o que tengan que ir a ella mal alimentados. Tampoco los debe haber que vivandesnutridos, en hogares sin luz y sin calor. Luchamos, los hombres de estegobierno, porque vosotros, los niños, podáis vivir despreocupados del presente,entregados a vuestros juegos y a vuestros estudios, amparados en una familiacristianamente constituida, seguros del porvenir”…

Mucho antes, el mismísimo creador de nuestra enseña patria, nos dejaba sentencias de insoslayable grandeza diciendo:

“Desde la más remota antigüedad hasta nuestros días, la historia de lossiglos y de los tiempos nos enseña cuánto aprecio han merecido todos aquéllosque han puesto el cimiento de alguna obra benéfica a la humanidad”. ManuelBelgrano

Ahora que las canas pueblan nuestra cabeza sentimos que pensar en nuestrabandera significa recordar nuestra escuela primaria, secundaria y evocar Malvinasdonde volveremos para enclavar nuestro pabellón nacional en lo más alto denuestro orgullo nacional. Pensar en nuestra bandera es recordar a nuestrapropia familia, a nuestros hermanos de todas las latitudes del universo denuestros afectos. Las contiendas deportivas fueron guiadas por este pañosagrado. 


No creas que es sólo una tela ondeando en edificios oficiales o ceremonias protocolares. Sepamos que nuestra bandera somos nosotros mismos, vivos en nuestro  pasado, sobreviviendo a nuestrofuturo, nuestros padres e hijos. Nuestros ideales y sueños;  nuestra esencia de país flameando de amor dentro de nuestro corazón…



Máximo Luppino.

No hay comentarios:

Publicar un comentario